El gran filósofo alemán Schopenhauer, en un magnífico ensayo sobre "El fundamento de la moralidad", trata particularmente el tema de la trascendente experiencia espiritual. ¿Cómo es que, se pregunta, un individuo puede olvidarse de sí mismo y de su propia seguridad y ponerse a sí mismo y a su vida en peligro a fin de salvar a otra de la muerte o el dolor, como si esa otra vida fuese la suya propia, y ese peligro ajeno, el suyo? Alguien así, responde Schopenhauer, está actuando en el marco del reconocimiento instintivo de la verdad de que él y el otro son uno. Se mueve no por la impresión secundaria y menor de sí mismo como separado de los otros, sino por la inmediata experiencia de la más grande y cierta verdad de que todos somosuno en nuestro ser. El nombre que dio Schopenhauer a esta motivación es "compasión", Mitleid, y la identifica como la única inspiración de acción inherentemente moral.
Hay veces en que las cosas que hacemos, leemos, vemos, etc., se relacionan de una forma tan fuerte y evidente que nos es imposible dejarlas de lado. Una y otra vez se nos ponen frente a nosotros y parecen querer reclamar su debida atención.
Como hacía varios días que no escribía nada aquí, no quería publicar nada demasiado denso ni problemático. Ya había comenzado a escribir un post referente a las torturas llevadas a cabo por los Estados Unidos (les puedo asegurar que leer la palabra "desaparecidos" en el titular me causó una sensación que no puedo definir del todo) y al hecho de que -al menos de la boca para afuera- el otro estado terrorista del planeta, Israel, al menos tiene un Tribunal Supremo que a prohibido el uso de palestinos como "escudos humanos" por el ejército; tal como hicieron con el niño cuya fotografía encabeza este post. Pero no hay que alegrarse demasiado, ya se sabe que los estados terroristas hacen lo que les viene en gana y violar las leyes es uno de sus pasatiempos favoritos. Tal como dice éste artículo: " Los soldados en el campo no fueron los que iniciaron esta práctica; sino que la orden fue dada por altos funcionarios del ejército.
Los tribunales han prohibido esta práctica pero Israel sigue practicándola."
Así que mi intención, queridos amigos, fue la de hablar hoy de otra cosa; pero luego, leí el párrafo que les transcribí al principio y no tuve más opciones que escribir sobre el tema que había tratado de evitar. Lo siento mucho, pero la culpa es de Schpenhauer, quien no me dejó em paz en todo el día.
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