1 sept 2004

Definiciones

Tengo la sensación de que, en cuestiones de odio, hay tantas definiciones como personas que odian.
Sería un caso de definición móvil o, quizás, definición individual. Y más que las definiciones de los diccionarios tradicionales, me agrada la que Ambrose Bierce dió en su Diccionariodel Diablo:

Odio, s: Sentimiento cuya intensidad es proporcional a la superioridad que lo provoca.

Una de las Cuatro Nobles Verdades del budismo clásico nos enseña que el estado de insatisfacción que siente el hombre se encuentra en el hecho de desear. El deseo en este caso es retrógrado, nos disminuye, nos vuelve -podríamos decir- más primitivos. También el odio lo hace. También el odio nos vuelve más primitivos, más elementales, más salvajes.
Encuentro un símil entre la definición de Bierce y esta idea budista: en ambos casos el sentimiento está producido por una carencia personal. Pero aún en esta similitud hay una gran diferencia, mientras que en el caso del deseo se puede solucionar el problema copiando o comprando (aunque no siempre lo que realmente se desea, muchas veces las personas deben conformarse con símiles más baratos o, incluso, con reproducciones); en el caso del odio la cosa se complica, ya que lo que se desea es algo que no se tiene y que nunca se tendrá. Y no importa que esto no sea una verdad absoluta, lo que importa es que la persona que odia lo cree; es por eso que el odio es infinitamente peor que el simple deseo, ya que el odio pretende, también, destruir aquello que odia.
¿Y Por qué esta faceta de violencia en el odio? Pues porque el que odia es, básicamente, un cobarde. Y el único modo que tiene para disminuir ese sentimiento enfermizo es destruir aquello que desea y que odia.

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