2 ago 2005

Lo venía sospechando

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Una de las características más graciosas que poseen los creyentes es la infinita capacidad para interpretar a su gusto y necesidad las palabras de su libro sagrado, sea éste cual fuere. Uso el término "gracioso" por no dejar salir la vertiente pesismista (y bastante más realista, es cierto) que usaría, como mínimo, el término "peligroso" o, quizás, "atroz".
Y es que en cuestión de interpretaciones La Biblia sirve lo mismo pa' un roto que pa' un descosido, como decía no recuerdo quien. Seguramente todos ustedes han escuchado del "infinito amor" y de la conducta cristiana, etc. Pues bien, desde ya les aclaro que han estado todos equivocados. Sin ir más lejos, Dios no es pacifista, para que vean.
El texto en cuestión no tiene desperdicio o, mejor dicho es todo desperdicio; pero aún así leerlo es algo bastante divertido; los malabares argumentales que utiliza la gente de "Palabras que alimentarán tu alma" (¡Menos mal! Habría que averiguar que come esta gente) para demostrar que Jesús no dijo lo que dijo sino que en realidad quiso decir otra cosa es, sencillamente increíble.
Transcribo: "Sí, Jesús dijo que había que "poner la otra mejilla", ¡pero no tienes más que dos mejillas! ¡Y si tu enemigo continúa agresivo y no se contenta con que le pongas la otra mejilla, es hora de devolverle el golpe para evitar que siga haciendo daño! Después de dos bofetadas o dos golpes, debes comprender que es un enemigo incorregible que está decidido a hacerte daño y no piensa arrepentirse nunca! ¡A partir de ese momento, ya no tienes más mejillas, así que puedes empezar a defenderte! ¡Y está de acuerdo con las Escrituras!"

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Pero sin duda quien está equivocado es uno. No hay caso, hay gente que no aprende. Sin duda algún día deberé arrepentirme de ser un maldito ateo pacifista y convertirme como Dios manda. Ya que también dice algo parecido el Lic. Ureña, del ministerio Antes del Fin (¿Se acuerdan?)
Según el análisis del buenazo de Ureña, La Biblia no dice que "No matarás" sino que dice "No asesinaras". Acto seguido, y gracias a tan sutil distinción, procede a justificar la pena de muerte: "[...] debemos tener clara la noción de que cuando una sociedad decide aplicar la Pena de Muerte a un criminal, no se está "matando" a un inocente, sino a un culpable. No se está tomando la vida de un inocente, sino de un criminal." y "El principio bíblico principal es el de la proporcionalidad cuando tiene que ver con el castigo en general. Eso significa que el castigo debe ser proporcional al crimen cometido."
Etc., etc., etc.
¿Vieron? Con un poco de buena voluntad hasta podríamos pobrar que La Tierra es plana y todo. ¡Al fin un poco de Justicia Divina!

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