A raíz del accidente
ferroviario ocurrido en Buenos Aires el pasado XXXX, he podido ver una
repugnante manipulación por parte de los noticieros televisivos. Aún hoy siguen
preparando “informes” que no son más que muestrarios del dolor ajeno con el
único fin de trasladar ese dolor al espectador. Sólo hay que prestar un poco de
atención a lo que dicen los presentadores después, generalmente –y con técnicas
estudiadas desde hace tiempo— le dicen a quien se encuentra frente a la
pantalla qué y cómo es lo que tiene que sentir.
Fueron 51 los muertos
y 600 los heridos; pero ahora todo se reduce a uno solo: un joven de veinte
años que tuvo la desgracia de ser encontrado dos días después del accidente.
Ése hecho fortuito (no le quito responsabilidad a las autoridades civiles y
políticas que deberían haber efectuado una búsqueda más exhaustiva) hizo que
casi todos los programas de T.V. enfoquen sus “informes” sobre este muchacho y
el dolor que cualquier persona en su
sano juicio siente ante un caso como este.
En definitiva, sólo se trata de esto:
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